lunes, 14 de octubre de 2013

5 razones para ver 'Las brujas de Zugarramurdi'

 

Por Sofía Soler.
Atrapar una estética, un concepto macabro y común, y plasmarlo como algo nuevo es la especialidad a la que nos tiene acostumbrados Alex de la Iglesia. La última vez fue con el circo más grotesco acompañado de la Guerra Civil. En ‘Balada triste de trompeta’ (2010) el director conseguía tal amasijo que, cuando no tienes demasiada pasión por el circo ni lo elementos del cine de zombies y la Guerra Civil ya de por sí te produce malestar, no acababa de sacarte la carcajada. En cualquier caso, no se le podía negar: la mezcla y estética conseguidas eran perfectas. Ahora, vuelve con ‘Las brujas de Zugarramurdi’, un mundo de posibilidades para desatar su creatividad y su traca de acción de principio a fin.

1. Por las auténticas ‘Brujas de Zugarramurdi’
Cuenta la historia que una joven volvió a Zugarramurdi en 1608 después de haber pasado unos años en Francia. María Ximildegi, que es como se llamaba, contaba a sus vecinos que en otro tiempo había participado en fiestas y orgías para invocar al diablo y demás actos de brujería. Las historias de la joven fueron a más cuando confesó que en sueños volaba por el pueblo e iba a los ritos que se celebraban en las cuevas de Sorginen Leiza (literalmente, ‘cueva de brujas’) donde se reunía con otros vecinos para el aquelarre. Sus historias y fantasías, probablemente sacadas de sus años en Francia donde Pierre de Landre había extendido el pánico a la brujería, provocaron la persecución y ejecución por la Inquisición de los vecinos, que se inculpaban unos a otros, acusados de ser brujos.
El 8 de noviembre de 1610, se llevó a cabo el Auto de Fe en el cual los acusados eran inculpados o absueltos, basándose en las denuncias de otros vecinos o en las confesiones bajo tortura. Once personas fueron quemadas en la hoguera, aunque solo seis de ellos estaban todavía vivos cuando ocurrió.
Aunque otros pueblos de Navarra y País Vasco pueden contar historias similares, Zugarramurdi ha permanecido como el pueblo de brujas por excelencia y a él le debemos parte de la cultura de brujería actual. Por ejemplo, el término ‘aquelarre’ o ‘akelarre’ (que significa en vasco 'prado del macho cabrío'), para referirse a los ritos para invocar al diablo en la forma de dicho animal, tiene su origen en esta localidad, pues al lado de las famosas cuevas existe un prado con ese nombre.

2. Porque tiene el reparto más amplio y variado de toda la cartelera
Cuando se trata del cine patrio es algo que no se puede dejar de comentar. Poder ver una película en versión original en este caso no serviría para presumir de alternativo, pero sí para poder disfrutar de voces y tonos originales (con todo el respeto y admiración hacia los actores de doblaje). Hugo Silva y Mario Casas ya han demostrado que ‘Los hombres de Paco’ se les quedaba pequeño y son capaces de conducir los puntos fuertes de la comedia de Alex de la Iglesia. De las tres brujas, perdonamos a Carolina Bang, que ha mejorado desde ‘Balada triste de trompeta’, porque comparte reparto con Carmen Maura y Terele Pávez. Estas dos veteranas habían compartido rodaje con Alex de la Iglesia en ‘La comunidad’ (2000). Maura ya dejó claro que con quien estaba a gusto era con de la Iglesia, que le encantaba repetir y que aquello con Almodóvar se había acabado para siempre. Con riña en los medios incluida.
El personaje de Macarena Gómez no acaba de arrancar y se limita a una repetición de lo presentado al comienzo de la película. Y es que, el premio a los personajes más sorprendentes se los llevan Carlos Areces y Santiago Segura quienes, aunque parezca imposible, después de interpretar a payasos asesinos en 'Balada', bordan a Conchi y Miren, dos brujas señoras vascas.
 
3. Acción, espectacularidad y comedia durante casi dos horas
La película comienza con un espectacular y peculiar atraco a una tienda de ‘Compro Oro’ en la Puerta del Sol que acaba siendo una persecución en taxi por las calles de Madrid. Desde ese momento, ya de por sí agitado, el metraje mantiene su ritmo hasta el gran aquelarre final, donde como viene siendo habitual, de la Iglesia se pasa de artificioso. Todo un despliegue de medios por el que estar orgulloso.

4. Porque merece la pena llevarle la contraria a un ministro de Hacienda
Al parecer, el ministro de un país (pongamos Cristóbal Montoro, por ejemplo) puede salir en un medio de comunicación (la SER) y tirar por tierra la calidad del trabajo de toda una industria nacional. Ahí es nada. Mientras tanto, lo único que podemos hacer es intentar demostrar que no es cierto o, cuanto menos, tener una opinión con fundamento. Porque para gustos, los colores.

5. Los créditos iniciales
Ya comentábamos al principio la capacidad estética de Alex de la Iglesia. Esta habilidad queda totalmente reflejada en los créditos iniciales de sus películas. Merecen la pena los minutos de cuidadas y seleccionadas imágenes al ritmo de la música. Especialmente, cuando no falta la ironía del director; entre los grabados antiguos sobre brujería se intercalan fotografías de mujeres (¿brujas?) de nuestro tiempo como Angela Merkel o Margaret Thatcher.
Los de ‘Balada triste de trompeta’ merecen ser recuperados:

No hay comentarios:

Publicar un comentario