Por Sofía Soler.
Volverán los tiempos de linchar a Lana del Rey. Y es que vuelve Lana del Rey. Su producto que tanto bronquea a los críticos que la pusieron en la picota cuando se lanzó ‘Born to die’ ha vuelto y aumentado. A pesar de que amenazó con no reaparecer por falta de inspiración y quemada por la filtración de sus canciones, el retorno viene de la mano de Tropico, un corto muy cuidado y cargado de fuerza comercial (millones de trailers previos a su estreno que llegaron a desesperar y una gala de presentación enHollywood), pero para nada falto de inspiración. Con la presentación del video, venía el anuncio de su próximo disco, con referencia a La Naranja Mecánica: ‘Ultraviolence’.
Tropico es una muestra de su manera de hacer las cosas alejada del escándalo fácil y la apariencia de rebeldía. Aunque su afán poético no es que sea Baudelaire, su música lánguida, una estética perfilada al milímetro y toda esa cascada de imágenes e iconos de la cultura estadounidense consiguen, en cada una de sus canciones y vídeos dirigidos por Anthony Mandler, un más que aceptable (y poético) relato de la América profunda y descarnada.
Hablar de sus trabajos es hacerlo de referencias e inspiraciones. Si en National Anthem reconstruyó a los Kennedy junto a A$AP Rocky y en ‘Off to the races’ arrancaba con las primeras líneas del ‘Lolita’ de Nabokov (‘Light of my life, fire of my loins’, en castellano, ‘luz de mi vida, fuego de mis entrañas’), aquí la inspiración es enorme, variada y algo caótica. Lo anunciaba con citas de Walt Whitman y comienza en un jardín del Edén peculiar donde Eva y Adán, que son Lana y el modelo albino Shaun Ross, conviven felizmente con John Wayne, Elvis Presley y Marilyn Monroe. Resulta que Del Rey también baila más allá de los ligeros contoneos frente al micrófono y los movimientos de manos.
El corto es al fin y a la postre una recopilación de sus vicios y virtudes con un resultado que provoca fascinación y risa a partes iguales. Reconstruye imágenes e iconos, recita poemas, habla de decadencia y erotismo (en el segundo acto 'Gods and Monsters') y sobre religión y de América, de América y de América. Tanto que también un supuesto John Wayne recita ‘America, why I love her’. Referencias excesivas que hacen perfecto, eléctrico y caótico el último trabajo de Lana del Rey, que es, dicho sea de paso, la artista comercial más pulida y congruente de todo el panorama.
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